El Parque de Envigado, historia y tradición
- perlavr105
- 1 oct 2015
- 3 Min. de lectura
Entre guayacanes y eucaliptos, hace más de cuatrocientos años en Envigado se empezó a conformar una comunidad amante del aguardiente, la morcilla y las serenatas. Siendo típico en un pueblo paisa, la plaza central es tan tradicional como las personas que la visitan, no como un espacio más, sino como su propia casa para las actividades culturales, el ocio y la tertulia; con los personajes protagonistas de la vida en un pueblo, como el ladrón, el alcalde, los borrachos, los guitarristas bohemios, las señoras chismosas, el sacerdote y los escritores.
Hoy, la transformación de los espacios y sobretodo del espacio público, resulta incitada por las nuevas generaciones, el discurso vigente del arte y la seguridad social, porque en 1900 esta plaza era un pequeño bosque delimitado por un cuadrilátero irregular, donde predominaba más que ahora el verde y no las personas. Con el paso del tiempo los altos árboles de especies exóticas características de esta zona, fueron arrancados y reemplazados por bancas de cemento, fuentes de ladrillo. Desde hace poco es posible apreciar las líneas arquitectónicas y la ubicación estratégica de las fuentes y de las palmas verdes.
A las 6:30 de la mañana al parque apenas empiezan a llegar los envigadeños, pasan las madres que llevan sus hijos al colegio, los que madrugan a conversar y a tomarse un tinto, los policías en su trabajo, y algunos que ya tienen la rutina impregnada esperan ver pasar al Alcalde Héctor Londoño; como Julia Romero, una señora de piel morena que reposaba en una de las bancas del lado oriental del parque.
Doña Julia vive en Envigado hace cincuenta años, la cercanía que hay entre su casa y el parque ha sido propicia durante todo este tiempo para el encuentro y la conversación, ha sido también ser espectadora de peleas de borrachos y partícipe de las fiestas locales. La señora Julia se levanta muy temprano todos los días, menos los sábados, a misa de siete de la mañana en la iglesia de Santa Gertrudis, a ver pasar la mañana y “conversar con nadie, porque el parque es mejor a esta hora, cuando está solo”.
Julia afirma que el parque ha sido muy tranquilo, pero a su vez, escenario de dramas y comedias en las que ella ha estado presente, como la de hace unos años en la que un cigarrillo fue el motivo de disputa de dos borrachos en la parte occidental de este espacio, dejando un hombre muerto y otro en el encierro. Por otro lado, el parque ha sido también ‘paseo de la fama’ del orgullo envigadeño, porque por allí pasaron alguna vez: Fernando González, abogado, filósofo y escritor; Manuel Uribe Ángel, médico y escritor; Marceliano Vélez Barreneche, general y abogado; y los no tan famosos pero que ella sí recuerda como: ‘La paloma’, una mendiga heredera de unas tierras que hoy en día llevan su nombre y pertenecen a un sector cerca a la canalización; ‘la culebrita’, un hombre inválido que se arrastraba por el piso impulsándose con sus manitos; y Moisés, quien hacía música con las hojas de los árboles. Ellos son algunos de los que Julia recuerda al hacer memoria mirando hacia el pasaje de la Alcaldía.
“Antes me molestaban mucho los chirrincheros, pero bueno, son seres humanos que no se saben comportar”, mencionaba doña Julia haciendo referencia a los desenfrenados del alcohol que causan a más de uno incomodidad y un mal rato. Sin embargo, después de la reciente remodelación del Parque de Envigado ‘Marceliano Vélez Barreneche’ el ambiente ha cambiado, hay mayor visibilidad y es más agradable su estadía, “no le pongo ningún pero”, señala Julia.
La obra del espacio está presidida por una fuente nueva donde resaltan las banderas de Colombia, Antioquia y Envigado, seguidas por los bustos de Fernando González, Manuel Uribe Ángel y Marceliano Vélez; a la derecha se encuentra la escultura ‘Al libertador’ tallada por el artista Miguel Ángel Betancur ya reconocida por los habitantes; y la fuente central, tan simbólica y representativa de la comunidad envigadeña.
En las horas de la tarde y la noche, las palomas comienzan a hacer presencia, el señor de los helados, el señor de los globos, el señor de las empanadas y las arepas van ambientando junto con las campanas de Santa Gertrudis la vida del parque. Los niños vigilados por sus padres corretean a las palomas y a las burbujas. Los adultos juegan ajedrez y dominó, otros ven pasar a las colegialas con sus faldas cuadriculadas y algunos fuman uno cigarrillo. Es el ambiente típico y característico en la plaza central de este pueblo.
Aunque el parque haya sido remodelado recientemente para la seguridad y la comodidad de la comunidad, Envigado conserva su esencia de pueblo paisa, en la gente que tempranito se levanta con un acogedor ¡buenos días! y un tradicional ¡Dios le pague!

Foto: noticias caracol
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