Nos movemos o nos mueven
- perlavr105
- 4 oct 2015
- 3 Min. de lectura
Si el Estados es lo que es por lo que el pueblo hace de él y con él, entonces, ¿son los colectivos marcados por los fenómenos económicos quienes establecen las reformas monetarias, los desafíos raciales a nivel internacional, quienes representan en los deportes y dejan la bandera en alto, y hacen del sistema un engranaje que funcione exactamente?
Resulta inevitable conformar un grupo y reconocer las necesidades como una obligación a compensar, y las obligaciones una necesidad vigilada; porque el dinero es lo que mueve los intereses y gustos; la usura como fundamento de la conquista económica y de subsistencia, pero ¿a qué precio?
Durante los siglos XVII y XVIII en Gran Bretaña surgió una clase que reclamando el valor a su trabajo, pidiendo participación y cabida en decisiones de gran tamaño, dio lugar a una nueva clase social, siendo la clase con mayor fuerza y empuje hasta nuestros días. Una clase que no tenía título de señor feudal ni de siervo, era la mano artesana que a través de la manifestación y la labor diaria empezó a resonar, para sostener y vivir en el seno familiar. En un principio se ubicaron gracias a la necesidad y a la comunicación, pero con el paso del tiempo se fue fortaleciendo, dándole un giro brusco a la economía moderna.
El neoliberalismo, el capitalismo y la política son los anfitriones, en juego están la salud, la educación, la calidad de vida y la buena administración; como ratón de laboratorio y premio de la apuesta: la población implicada. Hay que reconocer que nosotros caemos en el juego y terminamos vistiendo lo que ellos quieren que usemos, comiendo lo que ellos quieren que comamos y hasta pensando lo que ellos quieren… Nos malacostumbramos a ser manejados porque si no nos movemos nos mueven, y así seguir dándole al mercado y a las estadísticas de qué hablar, qué cifras mostrar en foros y revistas internacionales.
La capacidad económica de la clase media, no es precaria, pero tampoco es abundante, ya que nos vemos alcanzados para ciertas cosas y encartados con otras, por ejemplo, la lista de impuestos semestrales y anuales (que hay que hacerlo sí o sí) y contar con tan pocos beneficios sociales hace que existan más ‘’culebras’’. Aquí se juntan varios factores: la necesidad de tener un mejor nivel de vida, dejar a un lado la autoridad y empezar a producir sus propios ingresos. Tener un poco más de libertad y no estar dependiendo de algún “patrón”.

También es la clase a la que le venden paquetes vacacionales, garantizando una cómoda y plácida estadía, para esto las familias realizan algún préstamo, el cual tendrán que pagar durante 3 o 5, años dependiendo del destino y de su capacidad de endeudamiento; después de haber llegado al país de destino es allí donde los policías y autoridades portuarias ponen en duda los antecedentes y el nombre, porque ser latinoamericano es como decir que trabajan en un garaje ensuciándose las manos de polvos sospechosos, cuando el dinero que llega a casa es el resultado de madrugar, suda y de muchos sacrificios, porque gracias a Dios su nombre no está en DataCrédito.
Con todos sus enredos, existe el orgullo de decir que han sabido sostener a las otras dos clases sociales, los de arriba y los de abajo; siempre serán el eje del crecimiento y fortalecimiento de toda una sociedad.
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